Comparación

Comparación

1. Generalidades

La forma más simple de la frase comparativa es una oración atributiva en que se aplica a los términos comparados un mismo adjetivo que expresa igualdad, o desigualdad indeterminada: iguales, diferentes, distintos y otros como equivalentes, semejantes, parecidos o unos: ‘Las tres casas son iguales. Las dos medias son de distinto color’.

Sigue en complejidad la frase de comparación con como, cuyo esquema está constituido por sólo tres elementos: el término comparado, el término de la comparación y la partícula comparativa como: ‘Tiene una casa como un palacio. Sale como entra’.

Y, por fin, cuando como se desdobla en expresiones equivalentes con que, como en ‘él es lo mismo que su hermano’, se completan los cuatro elementos que, en la mayor parte de los casos, constituyen el esquema de la frase comparativa: término comparado (él), expresión comparativa que expresa el resultado de la comparación (lo mismo), partícula correlativa de ésta (que) y término de la comparación (su hermano).

Conceptualmente, la comparación se establece siempre entre dos elementos que desempeñan el mismo papel en la oración o entre dos oraciones (o verbos): ‘el cesto es tan alto como ancho’ (dos atributos); ‘estudia más él que su hermano’ (dos sujetos); ‘dice más mentiras que verdades’ o ‘tiene más altura que anchura’ (dos complementos directos), ‘escribe como habla’ o ‘él dicta más deprisa que yo escribo’ (dos verbos, dos oraciones).

Elipsis o trasposiciones cuyo desarrollo o rectificación son más o menos fáciles o naturales, son causa en los casos más complejos de comparación de que ésta aparezca formalmente establecida entre términos heterogéneos: ‘Es más fácil predicar que dar trigo’ (un atributo de una oración principal, fácil, y una oración subordinada, dar trigo). ‘Un libro más útil para mí que para ti’ (un atributo, útil, y un complemento de ese atributo). ‘Tiene un hijo de la misma edad que el tuyo’ (un complemento nominal y un pronombre al que, conceptualmente, se refiere ese mismo complemento). ‘El forro es de distinto color que la tela’ (un atributo, color, y un sujeto, la tela, al que ese atributo está aplicado también en la contextura conceptual íntima de la frase). ‘La cosa fue más deprisa que yo esperaba’ (un complemento de modo y una oración principal a cuya subordinada, de estar expresa, correspondería llevar ese mismo complemento). Estas frases podrían, desarrollando las elipsis o rectificando las trasposiciones, tomar las formas siguientes, en las cuales queda restablecida la homogeneidad de función entre los términos comparados: ‘Es más fácil predicar que fácil es dar trigo. Un libro útil, más para ti que para mí. Tiene un hijo de la misma edad que la del tuyo. El forro es de color distinto del de la tela. La cosa fue más deprisa de lo (deprisa) que yo esperaba’. Salvo en la primera, que resulta forzada y nadie usaría, la forma de estas frases es natural y usable en lenguaje tanto hablado como escrito. La última de todas constituye una peculiaridad (no exclusiva pues también existe, por ejemplo, en francés) del idioma español, con la que éste se aparta del latín y es fiel a su genio lógico y refractario a la ambigüedad, tan conforme al mismo carácter nacional; no sólo es usable, sino, por lo menos en lenguaje escrito, más recomendable que la forma contraída con que.

Lo que interesa en la frase comparativa, desde el punto de vista de la construcción, es la expresión comparativa que expresa el resultado de la acción mental de comparar (más, menos, igual, distinto, etc.), y la partícula comparativa correlativa de esa expresión que puede ser, además de que,de y, en pocos casos, a. Podría tratarse esta cuestión sintéticamente, sin establecer modalidades en la frase comparativa; pero, tal vez, acotando de alguna manera el campo se gane en claridad lo que se pierda en concisión científica. Por eso, la exposición detallada que sigue se distribuye en «frase comparativa de igualdad de modo, frase de igualdad de cantidad» y «frase de desigualdad» (en éstas no hay diferencia constructiva entre la de modo y la de cantidad).

2. Comparación de igualdad

2.1. De modo

La partícula como, típica de la igualdad de modo, como se ha visto en las generalidades, puede ser sustituida con absoluta equivalencia por igual que o lo mismo que; también, si ello está conforme con el significado, por idéntico,-a. Y, si la comparación se establece entre verbos u oraciones, por según, tal como o tal cual. Por tanto, las frases ‘tengo unas gafas como las tuyas’ y ‘lo he encontrado como lo dejé’ pueden también decirse de las siguientes maneras: ‘Tengo unas gafas igual que [lo mismo que, idénticas a] las tuyas. Lo he encontrado igual que [lo mismo que, según, tal como, tal cual] lo dejé’. (Observación importante: Las expresiones igual como y lo mismo como son vulgarismos absolutamente incorrectos.)

Con igual y lo mismo pueden formarse frases absolutas de comparación en que el segundo término o es consabido o no existe porque lo que se expresa realmente es indiferencia entre múltiples términos: ‘Eso es igual [o lo mismo]’.

A veces, en lugar de igual que o lo mismo que hay una expresión formada con los adjetivos igual o mismo aplicados a un nombre, expresión que funciona en la frase comparativa exactamente igual que aquéllas: ‘Tiene la misma [o igual] estatura que yo’. (Recuérdese que de frases de este tipo se ha hablado en las generalidades al interpretar los casos en que la comparación se establece formalmente entre elementos heterogéneos.)

En la comparación entre verbos u oraciones, pueden también sustituir a como las expresiones del mismo modo [o de la misma manera] que o de igual modo [o de igual manera] que. En ellas, la partícula que ha pasado a ser un pronombre relativo que representa a manera o modo: ‘Lo hice de igual [o la misma] manera que tú’. El carácter de relativo de la partícula en estas oraciones se ve más claro transformándolas en otras con como: ‘Lo hice de la manera como tú me enseñaste’; donde como es patentemente un adverbio relativo referido a manera. También es patente ese carácter en frases de la misma forma que las del ejemplo, en que los adjetivos mismo o igual van aplicados a un nombre equivalente a lugar, tiempo, número o cantidad: ‘Hay el mismo número de personas que (había) ayer; está en el mismo sitio en que estaba’; pero estas frases expresan identidad o disimilación y no comparación.

La expresión comparativa igual (o su equivalente idéntico) puede llevar también como correlativa, en vez de que, la preposición a, cuando no lleva complemento que exprese en lo que estriba la igualdad o lo lleva con en: ‘Una copia igual al original. Tiene un hijo igual [o idéntico] a él en inteligencia’. Pero si el complemento está construido con de, la partícula comparativa es invariablemente que: ‘Tiene una hija igual que ella de guapa’.

En expresiones literarias de sabor anticuado en que por lo menos uno de los términos comparados es un nombre o un pronombre, se sustituye como por cual: ‘Huye cual veloz gamo. Ella es cual yo la había soñado’.

La frase comparativa de igualdad (V. en las generalidades) puede ser sustituida por una oración atributiva en que se aplique a los dos términos comparados iguales o un adjetivo semejante: ‘Los dos son iguales’.

Expresiones de comparación menos usuales son aquellas en que como figura aplicado al segundo término como partícula correlativa de los adverbios así o tal aplicados al primero: ‘Así le vi a él como te estoy viendo a ti. Tales fueron las fiestas como correspondía a la ocasión’. Con así la frase tiene frecuentemente sentido negativo: ‘Así dejaré yo de estar aquí puntualmente como el Sol de salir’; para descartar este sentido se invierten los términos de la comparación, con lo que, además, la frase suena más actual; entonces, además de como puede usarse cualquiera de las expresiones equivalentes: ‘Como [igual que, lo mismo que, del mismo modo que, de la misma manera que, según, tal como, tal cual] te estoy viendo a ti, así le vi a él’.

Con una oración con desear o verbo equivalente en el segundo término, las frases con así son desiderativas: ‘Así recobre la salud como yo lo deseo’. (Suprimido ese segundo término, la frase queda convertida en exclamación de deseo o imprecación: ‘¡así venga pronto!, ¡así pierda el tren!’.)

La frase con tal en el primer término tiene siempre sabor arcaico; también si, en vez de como, se emplea cual concertando en número con tal: ‘Tales serán los fines cuales han sido los principios’.

A veces, la comparación de modo equivale a una de cantidad: ‘Me canso como tú’. (Inversamente, como se verá en la comparación de cantidad, la comparación con tanto puede equivaler a una de modo.)

Cuando la comparación se establece entre dos oraciones, puede anticiparse la que contiene el término de la comparación: ‘Como trata a sus subordinados trata a sus hijos’; en este caso suele completarse con así o con así y también: ‘Como trata a sus subordinados así trata a sus hijos. Así como trata mal a sus subordinados, también trata mal a sus hijos’.

2.2. Construcciones especiales

La comparación de equivalencia con cierta medida se establece con como seguido de la expresión de equivalencia formada con vez o veces: ‘Tu casa es como vez y media la mía. Este campo es como tres veces una pista de tenis’. Puede suprimirse como, particularmente si en la frase interviene el nombre de la magnitud, con lo que la frase deja de tener forma comparativa y pasa a ser una expresión de equivalencia: ‘La cabida de este frasco es tres veces la de este otro’.

Una forma interesante de comparación de igualdad es la que se establece con nada, no hay nada o no hay en el primer término: ‘No hay nada como hacerse desear para ser bien recibido. Nada como el pan cuando se tiene hambre. No hay como estar cansado para dormir bien’.

No hay que dejar de mencionar las fórmulas de comparación de igualdad que consisten en la negación de la desigualdad: ‘Este caso no es distinto del anterior. Tiene un perro no mayor que una ardilla’. Su construcción no difiere de la de las mismas frases en forma afirmativa.

Equiparable a la comparación de igualdad de modo es la de semejanza, establecida con semejante [parecido, similar, etc.], que se construye como la comparación con igual, pero con el complemento de esos adjetivos siempre con en, y con a como partícula correlativa: ‘Estas dos telas son semejantes. Tiene un hijo semejante a él en inteligencia’.

2.3. Comparación de igualdad de modo con otros significados

A veces, como significa «en calidad de» y la frase expresa más que igualdad equivalencia: ‘Asistí a la ceremonia como testigo’ (obsérvese que, en este caso, el nombre no lleva artículo).

Las frases con como que expresan simulación: ‘Hace como que no nos ve’.

Con lo mismo o los mismos se forman expresiones que son de identidad pero no de comparación: ‘Eso es lo mismo que ya me había dicho’.

2.4. De igualdad de cantidad

Por establecer un paralelo con las de igualdad de modo construidas con sólo tres elementos, pueden incluirse entre las comparativas frases que no son propiamente tales; como ‘dijo cuanto sabía’, en que cuanto desempeña papel semejante al papel de como en aquéllas.

Y, así como las expresiones lo mismo que, igual que, etc., se consideran un desdoblamiento de como, puede considerarse un desdoblamiento de cuanto la expresión de cantidad tan [o tanto] como: tan aplicado a adjetivos y adverbios, y tanto aplicado a nombres y verbos: ‘Su mujer es tan vieja como él. Tengo en eso tanto interés como tú’. Puede empezarse la frase con tanto, cuando se quiere poner énfasis en esta partícula: ‘Tanto lo sabes tú como yo’.

Pueden también ponerse juntas las dos partículas: ‘Lo sabes tú tanto como yo’. En muchos casos, cuando así ocurre, la comparación puede considerarse tanto de modo como de cantidad y las dos partículas se pueden sustituir por como, igual que o lo mismo que: ‘Lo sabes tú igual que yo’. (Inversamente, como se ha dicho en la comparación de igualdad de modo, la comparación con como equivale a veces a una de cantidad.)

Frases con tanto, en que este adjetivo-adverbio tiene sentido ponderativo, tales como ‘no creas que sabe tanto’ o ‘no gastes tantas palabras’, pueden interpretarse como frases de comparación de cantidad con el segundo término elíptico: ‘No creas que sabe tanto (como parece). No gastes tantas palabras (como gastas)’.

Las expresiones con todo lo que o cuanto pueden tomar forma comparativa con tanto… como o, menos frecuentemente, con tanto… cuanto. En vez de ‘tiene todo el dinero que necesita’ o ‘cuanto dinero necesita’ se puede decir ‘tiene tanto dinero como necesita’.

Pueden por su sentido incluirse entre las de comparación de igualdad de cantidad las expresiones de ponderación con así de referidas a algo consabido: ‘Así de dura tiene la cabeza’.

Una forma poco usual de comparación de cantidad, en la cual se expresa una correlación o correspondencia entre valores más que una igualdad, es aquella en que la partícula correlativa de tanto es cuanto en vez de como: ‘Cuanto tienes, tanto vales’. (Esta frase se expresaría corrientemente de distintas maneras: ‘Cuanto más tienes, más vales; lo que vales se mide por lo que tienes; si tienes, vales y, si no tienes, no vales’, etc.)

Son en cierto modo comparativas oraciones consecutivas tales como ‘no corras tanto que te caigas, es tan terco que no le convencerás, había tal barullo que no podíamos entendernos’.

3. Comparación de desigualdad

Como expresiones comparativas se usan, además de más y menos, las siguientes: distinto y sus sinónimos; distintamente y adverbios semejantes; los llamados «comparativos orgánicos» (anterior, posterior; antes, después; inferior, superior; mayor, menor; mejor, peor; preferible); y, en casos especiales, antes, antes bien, más bien, mejor. Como se verá, además de que se usa como partícula comparativa de.

Más y menos pueden aplicarse a cualquier palabra significativa y referirse indistintamente al grado, a la cantidad o al número: ‘Tiene más cabeza que corazón. Hay menos solicitantes que plazas. Es más alto que ancho. Habla más que piensa. Escribe más clara que elegantemente’. (La construcción no cambia si el segundo término de la comparación se desarrolla en una oración completa: ‘Hay menos solicitantes que plazas tenemos disponibles’.)

La partícula correlativa de más y menos aplicada al segundo término es siempre que. (Pero no faltan ejemplos clásicos del empleo de de: ‘Escudero más hablador ni más gracioso del que yo tengo’. —Quijote II, XXX.)

En cuanto a los comparativos orgánicos, cada uno tiene su régimen particular: ‘anterior [o posterior] a; antes [o después] de que; inferior [o superior] a; mayor [o menor] de, que; mejor [o peor] que; preferible a’.

La construcción de la frase comparativa con distinto y diferente es en todo igual a la de la comparación de igualdad de modo con los dos términos juntos o con igual que o lo mismo que: ‘Tu caso y el mío son distintos. Eso es diferente’ (a lo que equivale ‘eso es otra cosa’). ‘El cesto es distinto (igual en la comparación de igualdad) de alto que de ancho’. Pero hay que hacer algunas observaciones:

a) Delante de un pronombre, en vez de que se usa generalmente de o a: ‘Mi situación es distinta de (igual que en la comparación de igualdad) la suya [o de la de mi hermano]’; hay, sin embargo, que advertir que el uso de que no está absolutamente proscrito; se puede decir ‘mi situación es distinta [o diferente] que la suya’; pero en frases de esta forma puede distinto o diferente significar en realidad «otro»: ‘Esta tela es distinta que la del escaparate’. Para percibir la diferencia de matiz entre este tipo de frases con que y las mismas con de o a, conviene fijarse en que si se aplica a distinto o diferente un adverbio, con lo que se subraya que se trata de una diferencia y no de una disimilación, la partícula empleada es siempre de o a: ‘Esta película es muy distinta de la de ayer’ (de ningún modo ‘es muy distinta que…’).

b) Por el carácter adjetival de distinto o diferente no pueden estas palabras aplicarse al verbo; y la comparación entre verbos con estas expresiones sólo se puede hacer poniendo la frase en forma terciopersonal y aplicando esos adjetivos como atributos a es: ‘Es distinto hacerlo que decirlo’. En otro caso, para hacer posible la comparación entre verbos (u oraciones), hay que transformar distinto o diferente en los adverbios distintamente o diferentemente: ‘Obra distintamente [o diferentemente] que piensa’; esta construcción es poco usada. Pueden también distinto y diferente ser sustituidos por de distinto [o diferente] modo o de distinta [o diferente] manera. En las comparaciones formadas con estas expresiones, lo mismo que en las de igualdad con de la misma manera [o del mismo modo] que, la partícula que ha pasado a ser pronombre relativo; y las observaciones relativas a la comparación de igualdad, son exactamente aplicables a esta forma de comparación de desigualdad.

En reciprocidad de lo dicho para la comparación de igualdad, la de desigualdad con distinto o diferente puede expresarse por una negativa de igualdad: ‘No es lo mismo hacerlo que decirlo. Mi coche no es igual que el de mi hermano’.

3.1. Casos especiales de la comparación de desigualdad

Un caso particular de la comparación con más, menos; mayor, menor; superior, inferior es aquel en que la comparación se establece no entre dos cosas por razón de su cantidad o número, sino directamente de una cosa con una cantidad o un número: ‘El paseo tiene más de 2 km de largo. No tiene más de veinte años. Las pérdidas son superiores a dos millones de pesetas’. (Estas frases comparativas se pueden sustituir con frases con los verbos pasar o no llegar: ‘La longitud del paseo pasa de 2 km. No llega a veinte años. Las pérdidas pasan de dos millones de euros’.)

De modo semejante, el término de la comparación puede ser una expresión como lo deseable, lo conveniente, lo justo, etc.: ‘Cuando la masa es menos densa de lo necesario o conveniente’.

La expresión negativa con más y que no es propiamente comparativa, sino que expresa limitación: ‘No tiene más que siete años’. La distinción entre ambas ideas no es, sin embargo, tan clara que no haya algún caso de mezcla en el uso de más de y más que. Cervantes (Quijote, I-XXXIII) dice: ‘aunque tienen dos almas no tienen más de una voluntad’; frase de forma comparativa que hoy construiríamos con que en vez de con de, pues su sentido es de limitación.

Cuando se valora la diferencia, la cantidad que expresa ese valor se antepone a más: ‘Mi padre es cinco años más viejo que el tuyo. Tu casa es dos metros y medio más ancha que la mía’.

Una forma particular de comparación es la construida con un adverbio o adjetivo de cantidad seguido de para: ‘Es poco para lo que podía haber sido. No es excesivo para el trabajo que nos ha costado’.

3.2. Frase comparativa con relativo en la oración, segundo término de la comparación

Se ha aludido en los lugares correspondientes, al tratar de las comparaciones de igualdad y de desigualdad con de la misma [igual, distinta, diferente] manera o el mismo [igual, distinto, diferente] modo al carácter de relativo que la partícula que tiene en ellas.

Pero el caso de existencia de un pronombre relativo en el segundo término de la comparación que constituye realmente un caso aparte merecedor de atención especial, es el de la comparación de desigualdad en que, además de los dos verbos expresos en el primero y segundo término de la comparación hay un tercer verbo implícito dependiente del segundo, que unas veces es un infinitivo y otras una forma verbal sustantivada con que: ‘Tiene más años de los que representa (tener). Es más tonto de lo que parece (ser). La cosa fue más deprisa de lo que yo me proponía (que fuera)’. En estas frases, como se ve, el relativo representa en la oración segundo término de la comparación al nombre, adjetivo o adverbio a que más o menos van aplicados en la oración primer término; y la partícula comparativa es siempre de.

En cuanto al género del relativo en estas oraciones, si la palabra a que va aplicada la expresión comparativa es un nombre, es el mismo de este nombre: ‘más años de los que’. Pero cuando esa palabra es un adjetivo o un adverbio, el artículo del relativo es neutro: ‘más tonto de lo que, más deprisa de lo que’. Sin embargo, indudablemente por influencia del segundo caso, no es infrecuente usar lo en el primero: ‘Tiene más ganas de venir de lo que aparenta’.

4. Otros tipos de oraciones comparativas

También expresan comparación equivalente a las que se establecen con más y menos las frases con llevar: ‘Le lleva 3 cm a su padre. Me lleva siete años’.

Pueden ser consideradas como frases comparativas de desigualdad expresiones como ‘una cosa es predicar y otra dar trigo’, que equivale a ‘es distinto predicar que dar trigo’.

También tienen sentido comparativo de desigualdad frases con para: ‘Para una vez que me has ayudado tú, yo te he ayudado diez’.

Pueden asimilarse a las de comparación de desigualdad las frases superlativas, aunque en la generalidad de los casos en ellas no se exprese término de la comparación. Existen superlativos orgánicos: ínfimo, mínimo, postrero, primero y último: ‘El valor de la obra es ínfimo [o mínimo]’. Si hay término de la comparación es de todo[s] o de todas: ‘Llegó el primero de todos’.

En general, la comparación superlativa se establece con los comparativos orgánicos precedidos de artículo: ‘Esta es la mejor solución. Me dieron la parte mayor’. O bien con el adjetivo correspondiente precedido de más o menos y del artículo: ‘Él es el más antiguo de la oficina’. Son muy frecuentes las frases en que el superlativo va aplicado al nombre cosa, representado a continuación por el relativo que: ‘La cosa más graciosa que yo he visto’; con la misma frecuencia las expresiones la cosa [o las cosas] que se sustituyen por lo que o lo… que: ‘Lo que más le gusta es bailar. Lo más gracioso es que yo no me enteré de nada’; lo mismo, si la circunstancia por la que se compara está expresada por un adverbio en vez de por un adjetivo: ‘Venid lo más pronto que podáis’.

La frase superlativa puede tomar la forma general de una comparación de desigualdad: ‘Él es mejor que cualquiera de sus hermanos’.

Por las partículas empleadas tienen relación con las expresiones de comparación de desigualdad, las de correlación con tanto más, tanto menos, cuanto más, cuanto menos: ‘Lo entiendo tanto menos cuantas más explicaciones da. Cuanto más habla más se compromete’. Así como las formadas con las expresiones tanto más [o menos] cuanto que y tanto mayor [o menor] cuanto que.

5. Observaciones generales sobre la construcción de la frase comparativa

Si el término de la comparación es un complemento de persona al que le correspondería llevar a, esta a puede suprimirse: ‘Le trata como [a] criado. Le quiere como [a un] hijo’.

En general, en la comparación establecida entre dos complementos, el término de la comparación sigue al verbo y el primer término de la comparación le precede: ‘A ti te conviene más que a mí hacer un contrato’. Pero pueden también ponerse los dos elementos comparados al mismo lado del verbo; entonces, si la comparación es de igualdad, el pronombre que los representa puede ponerse indistintamente en singular o en plural: ‘A ti como a mí te [o nos] conviene hacer un contrato’.

Una observación importante para los que aprenden español es que el término de la comparación precedido de que no se pone, como en otros idiomas, por sólo esa circunstancia, en caso oblicuo: no se dice ‘corres más que mí’, sino ‘corres más que yo’. Solamente va en caso oblicuo si le corresponde por su papel en la oración; como en ‘te quiere más que a mí’.

Cuando lo que se compara son dos oraciones completas, el conjunto de ambas depende de una oración principal: ‘Más vale llegar a tiempo que rondar un año. Es mejor prevenir que curar’. La expresión comparativa, como se ve, va aplicada al verbo de esa oración principal. Si el verbo de las oraciones comparadas está en forma personal, además del que aplicado como correlativo de más al segundo término de la comparación, cada una de ellas tiene que ir precedida de otro que que establece su unión con la oración principal: ‘Es igual que vengas tú que que venga tu hermano’. Esta construcción es correcta lógica y gramaticalmente, pero es cacofónica por el choque de ques. Si la comparación es de igualdad, es fácil evitar ese choque sustituyendo el que de la comparación por o: ‘Da igual que vengas o que te quedes’. Pero no puede hacerse esta sustitución si la comparación es de desigualdad. Entonces, se puede apelar a uno de los siguientes recursos: 1.º Emplear, si ello es posible, el verbo preferir, que rige a en vez de que: ‘Es preferible que toque el piano a que cante’. 2.º Si el sujeto de los dos términos de la comparación es el mismo, poner los dos verbos en infinitivo: ‘Es mejor salir a su encuentro que esperarles aquí’. 3.º Si ninguno de esos recursos es posible, dar un giro completamente distinto a la frase: la oración ‘es más probable que esté enfadado que que esté enfermo’ puede, por ejemplo, transformarse en ‘lo más probable es que no esté enfermo sino enfadado’. En el lenguaje hablado se recurre a intercalar un no entre los dos que que chocan: ‘Es más probable que esté enfadado que no que esté enfermo. Mejor es que pases frío que no que estés respirando esta atmósfera’.

El verbo del segundo término de la comparación va en el modo que le corresponde: ‘Dilo como lo crees. Lo dije como lo pensaba. Lo haré como tú me digas. Él lo haría como supiera. Me gustaría más que no estuvieses aquí’. Sin embargo, hay tendencia en el lenguaje hablado a convertir en hipotéticas, cuando ello es conforme al sentido, las oraciones del segundo término de la comparación; lo cual se hace con el verbo poder o poniendo el verbo en subjuntivo, o con ambas cosas: ‘Sufre tanto como tú’ se puede transformar en ‘sufre tanto como puedes sufrir tú, sufre tanto como sufras tú’ o ‘sufre tanto como puedas sufrir tú’.

Cuando se funden dos comparaciones, una de igualdad y otra de desigualdad con el segundo término común, se tolera en el lenguaje hablado e, incluso en el escrito, el uso como régimen común de ambas el de la que está más próxima a la expresión comparativa: ‘Es tan bueno o mejor que tú’ (lo cual está en contra de la regla general de que no se puede usar como complemento común de dos palabras uno que sea regido de distinta manera por ellas). Puede también adoptarse esta forma: ‘Este problema es tan difícil como el de ayer o más’.

6. Elipsis en la frase comparativa

Es frecuentísima la elipsis de elementos del segundo término de la comparación: ‘Anda como (ando) yo. Tiene más ganas de divertirse ahora que (las que tenía) a los veinte años. Anda como (andaría) si estuviera borracho’. La elipsis puede afectar a la oración completa que constituiría el segundo elemento de la comparación: ‘Mejor será que te vayas (que que te quedes). Primero me haría fraile (que cierta cosa consabida)’. Tal elipsis está especialmente indicada cuando los dos términos comparados dependen de ser mejor o ser preferible: ‘Es mejor marcharse cuanto antes (que esperar)’, pues se sobrentiende que el segundo término es la cosa opuesta a la expresada en el primero: ‘Es mejor que lo vea él mismo. Es preferible ir despacio’.

Es semejante el caso de supresión de un nombre segundo término de la comparación cuando es repetición del primero: ‘Se oían golpes como de martillo’ (como golpes de martillo).

Fuente: Diccionario María Moliner de uso del español