Se

Se

Se estudian aquí las construcciones en las que se utiliza el pronombre reflexivo sólo en la forma se. Para los usos en los cuales puede aparecer en cualquiera de sus formas, V. verbo, formas verbales, forma pronominal en este apéndice.

1. Con verbo transitivo

1.1. Con concordancia entre el verbo y el elemento nominal de la oración; pasiva pronominal

En la forma pronominal correspondiente al ejemplo ‘el puente se ha hundido’, o sea, la de significado espontáneo, el pronombre (se o el que corresponda) sigue teniendo valor reflexivo, puesto que representa al sujeto del verbo; en realidad, su papel, unido al verbo transitivo, es el de dar a éste significado intransitivo; es decir, convertirlo en verbo cuya acción es realizada y experimentada por un ser único designado por el sujeto verbal.

Ahora bien: al hablante no le repugna pasar de oraciones como las del caso anterior a otras como las de estos ejemplos: ‘El café se cultiva [o los plátanos se cultivan] en los países tropicales’; aparentemente, no hay diferencia ni entre el tipo de idea expresado en uno y otro caso ni entre las formas gramaticales en que la idea se encierra. Sin embargo, la hay muy importante en uno y otro aspecto. Aquí no cabe pensar que no existe un sujeto activo distinto de ‘el café’ o ‘los plátanos’: el hablante implica en su expresión que esos frutos son cultivados por alguien. (Si no, habría dicho ‘se crían’ en vez de ‘se cultivan’, porque criarse es un verbo usable como propiamente reflexivo); ‘el café’ y ‘los plátanos’ son, pues, sujetos pasivos y nada más; la oración es una oración pasiva: la llamada pasiva pronominal.

Esta forma pasiva pronominal es la usual en español, ya que la forma perifrástica o formada con ser se emplea sólo cuando el hablante atribuye al sujeto pasivo importancia preponderante en lo que expresa.

En las oraciones pasivas con se que empiezan con que hay que distinguir cuándo se trata de oraciones de relativo y ese que representa el complemento directo y cuándo que es conjunción. En el primer caso es natural que el complemento directo no se vuelva a representar con un pronombre personal: ‘Una cosa que (la cual) se pierde con facilidad’ (no ‘que se la pierde…’). Pero cuando que no es pronombre sino conjunción, es obligada la representación del complemento con un pronombre: ‘Él quiere que se le admire. La piedra no nota que se la lanza’.

1.2. Sin concordancia entre el verbo y el elemento nominal; oración impersonal

Al lado de las construcciones con concordancia entre el verbo y el elemento nominal del caso anterior (las más frecuentes con gran diferencia) existen otras en que el verbo se inmoviliza en singular, cualquiera que sea el número del elemento nominal: ‘Se avisa a los interesados’.

Se intenta a continuación explicar el paso de la oración del caso anterior (‘los plátanos se cultivan…’), con concordancia entre el verbo y el elemento nominal, a este nuevo caso en que tal concordancia falta.

Conceptualmente, son equivalentes una oración transitiva con receptor de la acción expreso y una pasiva de cualquier clase: un verbo, un ejecutor de la acción y un receptor de ella, los mismos en ambos casos. La diferencia entre la oración activa y la pasiva es puramente gramatical: en la activa, el sujeto gramatical es el ejecutor de la acción: ‘El leñador corta la leña’; en la pasiva, el sujeto gramatical es el receptor de la acción: ‘La leña es cortada por el leñador’. La característica indispensable de la función de sujeto gramatical es su concordancia con el verbo: ‘El leñador corta. La leña es cortada’. Mientras en las oraciones pronominales con se se mantiene esa concordancia entre el elemento nominal o nombre que representa al receptor de la acción y el verbo, ese nombre puede ser el sujeto pasivo: ‘Los plátanos se cultivan…’; y se sigue en su papel genuino de pronombre reflexivo representando a ese sujeto y adjuntándose al verbo para darle significado pasivo: como «signo de voz pasiva».

Ahora bien: no en todas las oraciones de forma pasiva pronominal, aun existiendo esa concordancia, tiene el sujeto pasivo personalidad de tal suficientemente clara para que el hablante no dude en atribuirle ese carácter.

Frases como ‘aquí se habla inglés’ o ‘a vivir, se aprende’ no son sentidas como pasivas; es decir, ni inglés ni a vivir se presentan al hablante como claros sujetos de habla y aprende, respectivamente. En tipos completos de oraciones, el valor pasivo se encuentra tan debilitado que no pueden ser traducidas con su significado exacto a una oración propiamente pasiva; uno de ellos es el de las construidas con ciertos verbos usados con significado equivalente al que les añadiría un auxiliar modal; este uso existe desde muy antiguo en castellano: ‘Non se faze assí el mercado’, con el significado de ‘no es así como debe hacerse el mercado’ (Poema del Cid, s. xii). En lenguaje moderno, estas frases son muy frecuentes: ‘Eso no se dice [o no se hace]. Con esas cosas no se juega’. Estas oraciones no son conceptualmente verdaderas oraciones pasivas porque ‘esas cosas no son dichas’ no significa lo mismo que ‘esas cosas no se dicen’.

Otro caso es el de las oraciones con complemento indirecto pronominal: ‘No se nos hace caso; no se te entiende lo que dices’. Tales oraciones no son vertibles a una pasiva propia más que en la misma medida en que lo es cualquier oración impersonal; tan inusables y casi ininteligibles son las frases, ‘no te es entendido nada’ o ‘no nos es hecho caso’ como ‘es dicho que nos van a trasladar’.

Es natural, pues, que la lengua busque alguna forma de expresión para ese debilitamiento del elemento nominal en el papel de sujeto pasivo.

Sin llegar a la no concordancia, se aprovechan para ello otros medios estilísticos: no es lo mismo decir ‘los plátanos se cultivan en los países tropicales’, frase en que ‘los plátanos’ es el tema del discurso, que ‘en los países tropicales se cultivan plátanos’ en que el tema es ‘los países tropicales’; en este segundo ejemplo se ha recurrido para desalojar a ‘los plátanos’ de su papel de sujeto de interés (sujeto pasivo en este caso), además de a su posposición, a quitarle el artículo. La primera oración se puede traducir sin cambio de valor expresivo por ‘los plátanos son cultivados en los países tropicales’; pero no así la segunda, donde el papel de ‘los plátanos’ es conceptualmente, de modo indudable ya, el de complemento directo.

Pero la señal formal decisiva que marca la pérdida por parte del elemento nominal del carácter de sujeto es la falta de concordancia entre él y el verbo. Como se ha recordado antes, esa concordancia es indispensable para que una expresión sea considerada sujeto. Sin ella, el elemento nominal no puede ser sujeto gramatical de la oración, ni activo ni pasivo; es, pues, conceptualmente el receptor de la acción; y, gramaticalmente, el complemento directo. Ahora bien: para desempeñar este último papel, tiene que desalojar de él al pronombre se; éste deja, pues, de desempeñar función reflexiva; podía haber desaparecido y quedar la oración en una terciopersonal de sujeto indeterminado: ‘Avisan a los interesados’; pero esta forma tiene significado distinto, pues se refiere exclusivamente a un sujeto en tercera persona, mientras que en la oración ‘se avisa a los interesados’ el sujeto puede ser también una primera o una segunda.

Generalmente no se reconoce a se carácter de sujeto, tan ajeno a su valor etimológica y tradicionalmente reflexivo y se propone para él en este caso la designación signo de indeterminación, semejante a la de signo de voz pasiva que propone para el se de las oraciones pasivas pronominales. Pero tal paralelismo en las designaciones no corresponde a ningún paralelismo entre las funciones de se en uno y otro caso. El hablante «siente» en ‘se avisa a los interesados’ a la vez que la calidad de receptor de la acción y claro complemento directo de ‘a los interesados’, la presencia de un sujeto activo; se ya no es un «signo de…» adherido al verbo para modificar su valor (como en el caso de los verbos de significado espontáneo o en el de los pasivos con se), puesto que ese valor es el suyo propio de verbo transitivo. No hay, pues, más remedio que asignar a se el papel de sujeto: de pronombre indeterminado en función de sujeto; es decir, en la función de que omne [ome, hombre] fue tempranamente desplazado y que hubiese hecho de esta palabra la correspondiente en español al francés on o al alemán man, desplazamiento debido ya probablemente a la creciente expansión del pronombre se hacia la representación de la tercera persona en casos distintos del acusativo.

(Todavía en el siglo xvi se encuentra algún ejemplo del uso de hombre como sujeto indeterminado: ‘Andando a oscuras, presto tropieza hombre’ — A. de Valdés.)

Este caso de mutación semántico-gramatical en que el uso se divorcia de la etimología es del mismo género que las que han hecho del pronombre que y del adverbio sic sendas conjunciones y, quizá, la transición sea más suave y natural para el hablante.

Frases sin concordancia entre el verbo y el elemento nominal, que deja así de ser sujeto, existen, aunque en número mucho menor que el de las otras con ella, desde los primeros tiempos del idioma: ‘Si se cree a los mágicos’ (Lapidario, s. xiii). ‘Las comparaciones no es lo que pasa, mas sácase dellas otras muchas cosas’ (Sta. Teresa, s. xvi). ‘No se oía en todo el lugar sino ladridos de perros’ (Quijote).

En el lenguaje actual, en España, la cuestión ha cristalizado, prácticamente con uniformidad, en dos fórmulas:

1.ª Si el elemento nominal es de ser animado, su percepción como complemento directo lleva en primer lugar a adjuntarle la preposición que como tal complemento de ser animado le corresponde; con ello queda ya inequívocamente desalojado del papel de sujeto pasivo y la falta de concordancia del verbo con él sigue de manera natural: ‘Se avisa a los interesados’. Una prueba en apoyo de esa hipótesis es que si el elemento nominal está en forma partitiva (sin artículo) y, por tanto, no lleva preposición, se mantiene la concordancia del verbo: ‘Se necesitan aprendices’.

(Hay una forma híbrida, esto es, con el elemento nominal precedido de preposición y, al mismo tiempo, con el verbo concertando con él; la usa Cervantes: ‘A aquellos se premian con darles oficios y a estos no se pueden premiar’; es usada en algunos sitios de Hispanoamérica, pero no se usa en absoluto en España.)

2.ª Si el elemento nominal es de cosa, el verbo concierta con él: ‘Los plátanos se cultivan…’. Pero no faltan casos de construcción sin concordancia, raros en España y más frecuentes en Hispanoamérica: ‘No se concede pasaportes’. Y más frecuentes si el verbo está en forma de obligación: ‘Se mandó evacuar las casas próximas al río’.

Se dan distintas explicaciones para el fenómeno de la frecuencia de la construcción sin concordancia con elemento nominal de cosa en Hispanoamérica: prurito de corrección (no se ve qué se entiende por corrección en este caso); influencia de la construcción francesa con on en las traducciones; una evolución, por el contrario, espontánea del idioma (Lenz). Quizá sea esta última la más plausible, ya que, en efecto, el extender al elemento pronominal de cosa la construcción aplicada ya al de ser animado no es más que un paso adelante en la consagración de ese elemento como complemento directo. Consagración anticipada (y quizá aplicada ya con carácter exclusivo por lo que se refiere a España) al caso del elemento nominal de persona, debido, como se ha apuntado, a haber abierto el camino para ella su construcción con preposición.

1.3. Con expresión de un sujeto activo

Hay que mencionar una construcción híbrida de oración pasiva y oración impersonal pronominales, como ‘se ha confirmado la sentencia por el Tribunal Supremo’. Tal construcción, gramaticalmente incorrecta, no es frecuente; pues, habiendo en ella un sujeto activo y un complemento directo, su forma natural es una oración transitiva: ‘El Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia’; pero se encuentra usada, quizá porque a la mente del hablante viene primero el hecho de haber sido confirmada la sentencia y después la idea de completar la información, pensada inicialmente como impersonal, expresando el autor de la confirmación. Estas frases pueden ser una confirmación de hasta qué punto el hablante identifica la pasiva pronominal con la perifrástica y le da a aquella un sujeto activo gramaticalmente incompatible con la presencia de se, tanto si se llama a este pronombre sujeto indeterminado, como si se le llama signo de impersonalidad.

2. Con verbo intransitivo

Falta, por fin, el último paso en la ampliación de funciones del pronombre se: su empleo en oraciones intransitivas del tipo ‘se vive bien en Madrid’. Hay otras oraciones pronominales de verbo intransitivo; pero son de distinto carácter; el pronombre usado en ellas es de cualquier persona (‘su padre se murió, ya te arrepentirás’), mientras que aquí se trata de oraciones construidas exclusivamente con se y sin sujeto al que este pronombre puede representar como reflexivo; es decir, de oraciones de sujeto indeterminado o impersonales. El paso a ellas desde las pasivas pronominales no es semánticamente difícil. De frases como las ya mencionadas, ‘aquí se habla inglés’ o ‘a vivir, se aprende’, no le cuesta trabajo al hablante pasar a otras de verbo intransitivo, como ‘se vive bien en Madrid’ o ‘se habla demasiado de eso’. Aquí, como ya se ha indicado, no cabe atribuir a se la más leve sombra de valor reflexivo, puesto que no existe ningún elemento nominal al cual represente; por otro lado, no cabe duda de que sigue siendo un pronombre; ahora bien: un pronombre sin preposición sólo puede representar en la oración, que es una estructura centralizada perfectísima en que todos los elementos se refieren al verbo, más que papel de sujeto o de complemento directo o indirecto; aquí no hay complemento directo, puesto que el verbo es intransitivo, ni puede se representar a uno indirecto porque éste no tiene representación indeterminada. Es, por tanto, necesario admitir que se, sea con la designación de sujeto indeterminado, sea con la de signo de impersonalidad, ocupa el lugar del sujeto; a menos que se considerase como una incrustación superflua en la oración, consideración absurda e inadmisible por respeto a la lógica, tanto del lenguaje como del comportamiento del pronombre se a lo largo de toda su evolución.

3. Con verbo atributivo

Por fin, si se admite para se la posibilidad de desempeñar el papel de sujeto, carece de fundamento la condena mantenida en el pasado sobre las oraciones del tipo de ‘se puede ser pobre y feliz’, en las cuales hay un atributo que, como tal, no tendría, en efecto, justificación si no hubiera un sujeto al cual referirlo.

Fuente: Diccionario María Moliner de uso del español