Ciencias Aplicadas

Concepto de Ciencias Aplicadas

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Significado de Ciencias aplicadas

Aquí puede resultar útil hacer algunas distinciones:

La ciencia

En su sentido más amplio, la ciencia se refiere a la adquisición de conocimientos en términos de investigación teórica sistemática. Los científicos adoptan el método científico, que representa las técnicas para reunir pruebas empíricas y mensurables mediante la experimentación y la comprobación de hipótesis. Aunque este enfoque tiene ventajas, la estrecha definición utilizada por los científicos ha suscitado numerosas críticas entre los científicos sociales interesados en las formas en que la ciencia está moldeada por el entorno social.

Estudios sobre ciencia, tecnología y sociedad

Los estudios sociales de la ciencia y la tecnología comenzaron en las décadas de 1970 y 1980, cuando universidades de todo el mundo crearon programas interdisciplinarios para situar la ciencia y la tecnología como empresas socialmente integradas. Esta tendencia condujo gradualmente a la aparición de una disciplina interdisciplinar acuñada como Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad.

La ciencia pura y ciencia aplicada

Los términos ciencia pura y ciencia aplicada comenzaron a aparecer en el uso británico algún tiempo después de 1840, y fueron utilizados regularmente por los científicos estadounidenses desde aproximadamente 1880 hasta la década de 1930, cuando la ciencia pura comenzó a ser sustituida por la ciencia básica o fundamental (Kline 1995). Aunque no existe un consenso firme sobre en qué se diferencia la ciencia aplicada de la ciencia pura, por un lado, o de la ingeniería y la tecnología, por otro, las distinciones que se hacen entre ciencia pura y aplicada son relevantes para la ética debido a la presencia de creencias muy extendidas de que la ciencia pura es más o menos inocente o neutral desde el punto de vista ético, y que cualquier asunto éticamente problemático surge sólo cuando la ciencia se aplica a cuestiones prácticas.

Motivos y contenido

Una base generalmente reconocida para distinguir la ciencia pura de la aplicada son los motivos u objetivos de los científicos: Si uno se dedica a la ciencia para aumentar su comprensión del mundo, está haciendo ciencia pura, mientras que si lo hace para resolver problemas relacionados con la actividad humana, está haciendo ciencia aplicada. Un enfoque similar, más sociológico, consiste en distinguir la ciencia pura y la aplicada según el escenario y la fuente de los objetivos que dirigen la actividad científica: La ciencia pura es la ciencia académica, y la ciencia aplicada es la ciencia en empresas comerciales o en proyectos gubernamentales. Los científicos en el mundo académico tienen libertad, dentro de amplios límites, para perseguir sus propios objetivos, investigando cualquier asunto que despierte su curiosidad, durante el tiempo que sea necesario. Tradicionalmente, sus hallazgos son de su propiedad. Los científicos que trabajan para la industria o el gobierno no tienen libertad para elegir sus propios objetivos. Trabajan en proyectos elegidos por otros y se enfrentan a límites estrictos de tiempo y recursos. Sus hallazgos pertenecen a sus Empleadores.

Así pues, la ciencia es pura en la medida en que sus objetivos son internos a la práctica científica (verdad, demostración), con una intrusión mínima de objetivos externos (dinero, estatus, bienestar social). Por el contrario, la ciencia aplicada se refiere a la ciencia aplicada a objetivos externos, normalmente en proyectos comerciales o gubernamentales.

Aunque la mayoría de los estudiosos reconocen que la ciencia aplicada y la pura tienen motivos u objetivos diferentes, algunos sostienen que los motivos prácticos de control y uso no pueden ser la característica definitoria de la ciencia aplicada, porque según esta concepción la ciencia realizada con un objetivo práctico, la ingeniería y la tecnología son todas ciencia aplicada. Sin embargo, el consenso de la erudición reciente es que ni la ingeniería ni la tecnología se caracterizan con exactitud simplemente como ciencia aplicada, porque ambas implican formas de conocimiento y destreza que no son derivables de la teoría o la experimentación científicas. Aunque la ingeniería y la tecnología emplean la ciencia entre sus elementos, se distinguen de la ciencia aplicada por su contenido cognitivo.

Considerar el contenido cognitivo sugiere que existe un segundo sentido del término ciencia aplicada. Existen las llamadas ciencias aplicadas, tal y como se utiliza el término, por ejemplo, en las descripciones de las escuelas o programas universitarios. Aquí la ciencia aplicada se distingue de la ciencia básica, una distinción basada en el contenido. La ciencia es básica si mejora la comprensión humana de la clase de entidades de las que se ocupa. La ciencia aplicada se refiere a las ciencias que parten de las teorías, modelos y métodos de la ciencia básica y los utilizan para comprender aquellas propiedades y procesos materiales que resultan prometedores para permitir la síntesis de nuevos materiales o la creación de nuevos procesos de generación o transformación de energía. Por ejemplo, la optoelectrónica y la electrocerámica son ciencias aplicadas basadas especialmente en las teorías físicas de la termodinámica y la cinética.

Existe un solapamiento considerable entre estas distinciones entre ciencia aplicada (contenido) y ciencia aplicada (motivo), porque las ciencias aplicadas están motivadas en última instancia por objetivos prácticos de control y uso. Sin embargo, hacer esta distinción permite representar con mayor precisión los casos de, por un lado, ciencia aplicada pura (por ejemplo, físicos, normalmente en entornos académicos, que estudian las propiedades eléctricas de los materiales cerámicos, teniendo como motivo principal la producción de conocimientos) y, por otro, ciencia básica realizada con una intención práctica (por ejemplo, científicos empleados por empresas de biotecnología que trabajan en la caracterización de mecanismos moleculares fundamentales).

Implicaciones éticas

La diferencia de objetivos de la ciencia pura y la ciencia aplicada a asuntos prácticos sugiere una diferencia importante en las normas apropiadas a estas prácticas, concretamente una diferencia en las normas relativas al procedimiento adecuado en condiciones de incertidumbre, cuando no se conoce o no se puede predecir el resultado de algún curso de acción.

En la ciencia pura, se considera preferible limitar los falsos positivos (afirmaciones de un efecto cuando no hay ninguno -también conocidos como errores de tipo I-) a los falsos negativos (afirmaciones de que no hay efecto cuando sí lo hay -errores de tipo II-). Es decir, se considera peor aceptar una falsedad (error de tipo I) que rechazar una verdad (error de tipo II). Un juicio de valor epistemológico de este tipo suele considerarse un escepticismo sano y prudente, una virtud a la hora de hacer ciencia.

Desde los años 90 se sostiene, sin embargo, que este enfoque no es el más racional a la hora de aplicar la ciencia, al menos en situaciones de incertidumbre. En las aplicaciones de la ciencia en situaciones de resultados inciertos, caben dos tipos de errores: se puede aceptar y desarrollar una aplicación que resulte en conjunto perjudicial, o se puede rechazar el desarrollo de una aplicación que resulte en conjunto beneficiosa. Cuando se utiliza la racionalidad científica para evaluar situaciones con este tipo de resultados posibles, el resultado es una preferencia por errar al aceptar desarrollos que podrían ser perjudiciales, en lugar de errar al rechazar desarrollos que podrían resultar inocuos. Si se considera que la ciencia busca maximizar la verdad, parecería lo más racional impulsar el desarrollo del conocimiento, o sus aplicaciones, sobre la base de que es más probable que se descubra el error, ya sea conceptual o práctico, y luego se aborde, con lo que se maximizará aún más la verdad, mientras que no seguir adelante con una investigación significa que la verdad en ese ámbito no saldrá a la luz.

Pero el objetivo de la ciencia aplicada a cuestiones prácticas no es la maximización de la verdad. Si ha de verse como la maximización de algo, es la maximización del bienestar, y una vez que el bienestar es una preocupación entonces la racionalidad exige una consideración de valores distintos a los puramente epistemológicos.

Si se adopta una perspectiva utilitarista consecuencialista, la preocupación se centra no sólo en la probabilidad de que una hipótesis sea cierta, sino también en las consecuencias probables que se derivan de una hipótesis. Los errores prácticos que surgen en la aplicación de la ciencia pueden afectar negativamente a un gran número de personas. Si la situación es de auténtica incertidumbre, lo que significa que no es posible asignar probabilidades a diversos resultados y que algunos resultados son peores que otros, se puede argumentar que la estrategia más racional es actuar como si la peor consecuencia que pudiera ocurrir fuera a ocurrir y, por tanto, tratar de minimizar la posibilidad del peor escenario posible. Es decir, en una situación en la que no es posible asignar probabilidades ni a las posibles consecuencias beneficiosas ni a las posibles consecuencias desastrosas, entonces es mejor renunciar a los posibles beneficios, si al hacerlo se evitan los posibles desastres.

Si se adopta una perspectiva deontológica como la de Immanuel Kant (1724-1804), las cuestiones de la obligación social y legal, el consentimiento informado y la voluntariedad del riesgo adquieren relevancia a la hora de decidir si se aplica algún conocimiento científico. Shrader-Frechete concluye que, mientras que las normas de procedimiento adecuadas en la ciencia pura son estrictamente epistemológicas, las normas de procedimiento adecuadas para aplicar la ciencia a cuestiones prácticas son tanto epistemológicas como éticas.

Aparte de la consideración de las diferentes normas de procedimiento de la ciencia pura y la ciencia aplicada, pueden extraerse algunas conclusiones sobre la relevancia general para la ética de las distinciones entre ciencia pura y ciencia aplicada, y ciencia básica y ciencia aplicada.

Para las perspectivas éticas basadas en el deber, como la de Kant, y las perspectivas morales basadas en la virtud con su enfoque en el carácter, la distinción de la ciencia pura frente a sus aplicaciones, basada como está en los motivos para la acción, tendrá un significado moral. Por ejemplo, el respeto a la autonomía de las personas apoyaría la permisibilidad moral de toda ciencia básica, independientemente de lo que pudiera hacerse con el conocimiento resultante. Por el contrario, los enfoques utilitaristas y otros consecuencialistas se centran en las consecuencias previsibles más que en los motivos, y la distinción puro/aplicado tendrá poca importancia. Si se puede prever que el conocimiento obtenido de alguna ciencia básica producirá con toda probabilidad más daños que beneficios, los motivos de los científicos no vienen al caso: Ese conocimiento no debería obtenerse, al menos no en el contexto al que se hace referencia. Quienes hacen ciencia pura tienen la obligación de considerar no sólo cómo deben proceder, sino también si deben hacerlo.

Con respecto a la distinción básico/aplicado en cuanto al contenido, aquellos para quienes las consecuencias determinan la rectitud de las acciones no se preocuparán de si esas consecuencias resultan de la ciencia básica o aplicada. Para los no consecuencialistas, la ciencia aplicada pura, al igual que la ciencia básica, parecería siempre permisible, mientras que la moralidad de la aplicación práctica de la ciencia aplicada dependerá de si los implicados actúan de acuerdo con sus obligaciones hacia los demás.

Más allá de la ciencia

Queda por considerar si el análisis anterior podría ser relevante en otros ámbitos en los que se utiliza la distinción puro/aplicado. Ciertamente, es habitual hablar de ética pura y aplicada, de arte puro y aplicado y, en raras ocasiones, incluso se puede distinguir entre ingeniería o tecnología pura y aplicada.

En lo que respecta a la ética, la distinción pura/aplicada puede establecerse, como en la ciencia, en función de los motivos o del contenido. Con referencia a los motivos, las personas persiguen la reflexión ética en el sentido puro simplemente como un tema de interés por derecho propio, o en el sentido aplicado cuando lo hacen para llevar una vida mejor. Como en el caso de la ciencia, el contexto sociológico de la primera sería probablemente la universidad, de la segunda un entorno clínico u otro entorno práctico. (En algunas interpretaciones, la búsqueda de la primera conduce por sí misma a una vida mejor). En cuanto al contenido, la ética puede ser básica, en el sentido de que atrae la comprensión fundamental de teorías y principios, o aplicada, en el sentido de que permite tomar decisiones concretas. Sigue siendo una cuestión abierta si el análisis posterior de las diferentes valoraciones epistemológicas y éticas de los errores de tipo I y de tipo II es aplicable y en qué medida. No obstante, con respecto al arte puro/aplicado, se puede sugerir que las reflexiones paralelas serían pertinentes.

Con respecto a la ingeniería y la tecnología y la distinción puro/aplicado, las cuestiones se vuelven más problemáticas. En parte, esto se debe al factor de aplicación que ya está incorporado en estas disciplinas. La tecnología pura es la construcción de máquinas por sí mismas y por el orgullo o el placer de realizarlas. Otros se refieren a algo parecido cuando analiza «los placeres existenciales de la ingeniería». Cualquier ingeniería pura o tecnología pura, perseguida por sí misma, es sin embargo algo más estrechamente atraído por el mundo, y por tanto más directamente sujeto a la evaluación ética, que la ciencia pura o básica. Es difícil imaginar que la ingeniería o la tecnología sean alguna vez tan puras o básicas en un sentido éticamente relevante como la ciencia pura o básica.

Revisor de hechos: Mix

Visión General y más Información sobre Ciencias aplicadas

Para un conocimiento más exhaustivo de Ciencias aplicadas, véase en la parte general de la plataforma online.[rtbs name=»produccion-tecnologia-e-investigacion»]

Recursos

Traducción de Ciencias aplicadas

Inglés: Applied sciences
Francés: Sciences appliquées
Alemán: Angewandte Wissenschaften
Italiano: Scienze applicate
Portugués: Ciências aplicadas
Polaco: Nauki stosowane

Tesauro de Ciencias aplicadas

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Véase También

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